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jueves, 10 de febrero de 2011

Esencias



En aquel servicio había un olor vivo, fuerte y a la vez excitante. Era un olor propio, una mezcla de pureza y placer, limpieza y sexo, desenfreno y fantasía.
Me podía imaginar a las personas que lo habían fusionado en aquel ambiente, frío de por sí, o rociado con la intención de excitar, quizás disipado con placer irracional, expelido de un cuerpo después de una relación agotadora, emanado desde su propia pasión. Puede que abandonado después de una relación clandestina, cuando ya han pasado los primeros ardores y el peligro de que te descubran. En esos momentos iniciales de sosiego aparente, de calma placentera, de paz, aunque por dentro lo que quieres es seguir el encuentro en un lugar más acogedor.

Aquel recinto disparaba la imaginación más carnal, excitaba como el olor del ser amado, de esos primeros contactos en los que descubres cómo huele realmente esa persona...
para luego en la soledad de tus mimos, descubrir algún vestigio del aroma del día anterior, cuando todo ha pasado, cuando empiezas a olvidar los hechos, cuando solo recuerdas las sensaciones del placer sentido y acumulado, que te tiene que durar hasta el siguiente encuentro. Ese recuerdo imborrable de momento, que rememoras una y otra vez, a cada momento más difuminado por el olvido, pero más sabroso por lejano y por la seguridad que te proporciona esa reciprocidad...
Era un olor íntimo. Era un suave aroma de flujo, sobre un lecho de fantasía y pasión, con restos del perfume de la persona amada, que estoy recuperando en estos momentos y poniéndole rostro...
REMedios

Lágrimas Confidenciales


Estás preciosa, radiante, con tu vestido blanco, con tu hombre de negro y con tu familia gris, disfrutando de tu entrada en la sociedad. Según ellos, por fin has dejado esos juegos de adolescente inmadura. No me imaginaba yo que un hombre y una posición nos pudiera separar tanto. En este día tan importante para ti y tan decisivo para mi, estamos tan  juntas haciéndonos fotos, pero yo te siento tan lejos...
Recuerdo cuando nos conocimos. Llegaste al instituto, casi en Navidad. Estabas forrada como una cebolla, y eso que se suponía que venías del norte. Pude intuir que tenías un cuerpo rotundo y bien formado; después comprobé que también era proporcionado. Tus ojos redondos, escondidos, impasibles, pedían auxilio desde el fondo de tu alma, sin ninguna esperanza de ser ayudados. Tu tono de piel cobrizo y tus cabellos como ovas en un río silencioso, te daban una apariencia algo triste y melancólica. Luego me enteré que habías tenido que dejar una relación en tu anterior ciudad. No tuviste el valor de confesar tus verdaderos sentimientos por aquella persona.
Nos tocó preparar a las dos un trabajo de música que nos encargaron ese mismo día y a partir de ahí, las visitas a tu cuarto y al mío, a espaldas de nuestras amigas, familias, y del mundo en general, comenzaron a tejer una vida paralela en nuestras alcobas, una embajada de un universo extranjero. Hicimos que nuestra relación privada, nunca fuera pública, siempre fuimos dos, juntas frente a la sociedad, cuado estábamos en nuestros dormitorios. Luego al salir de allí , nos integrábamos con la gente hasta diluirnos y desaparecer. Era nuestro secreto, nuestra vida. Un lugar en el infinito donde solo existíamos nosotras.
Rememoro con nostalgia aquellas tardes de estío, calurosas, donde preferíamos estar juntas, aunque eso significara estar solas paseando bajo el sol de verano, que con todas las amigas del grupo en el verde de la  piscina. Evoco esos paseos tan largos, a veces en silencio. No hacía falta decir nada, las dos de la mano, disfrutábamos de la presencia la una de la otra.
Aquellas jornadas de puro sexo, sin respeto en el lenguaje, ni en las formas, recubiertas con ternura y con amor antes y después. La furia no dejaba tiempo a la reflexión, actuábamos como si quisiéramos recuperar el tiempo en el que no estábamos amándonos, como si cada vez fuera la última. Así en cada ocasión nos descubríamos nuevas y diferentes.
Ayer nos amamos otra vez, fue más pausada de lo que yo hubiera deseado, fue tu despedida, fue solo dejarte querer. Estaba tu cuerpo pero no estaba tu alma. No conseguía encontrarte los ojos. Tus gritos de placer ahogaban mis lágrimas en un intento desesperado de no perderte, de que te arrepintieras, que no ejecutaras lo que tu familia tenía preparado para ti. Esperaba que en el último momento me pidieras que huyéramos juntas, que me dijeras que te importaba yo más que tu futuro prefabricado... Pero no fue así. Te permitiste una serie de clímax monótonos, vacíos y sobreactuados, con los que pretendías pagar, con tu placer, mi amor por ti. No te distes cuenta que mis momentos de placer no llegaron, porque el conseguir ahogar mis lágrimas para no molestarte, fue la única satisfacción de ayer. Tu reías sin mirarme, queriendo ocultar lo triste de la situación, mientras yo, lloraba riendo, por si me veías la cara.
REMedios

martes, 8 de febrero de 2011



Su rígido músculo se movia al compás de su mano, una gota blanca y espesa asomó desparramandose después, mis braguitas se empaparon, un intenso placer gutural a través de una pantalla.

                                                                                                                               Arácnida.

LES FEMMES



Aquel día permití que tocaras uno a uno los puntos mas sublimes de la planta de mis pies, superé esa verguenza y fue el perfecto principio...