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martes, 9 de noviembre de 2010

JUEGOX

¿Quieres volar?      

Cuando me susurraron al oído esta frase no sabía que era el comienzo de un terremoto que sacudiría mi vida, derrumbando todo lo que había sido hasta entonces.
            Ese viernes, salí solo, no sabía a donde ir, iba deambulando por la calle y me llamó la atención aquel sitio, estaba tranquilo, casi sin gente, me senté en un rincón con una copa, no esperaba demasiado de la noche.
 Ya creía que se había acabado el viernes cuando entró un grupo de chicas, se lo estaban pasando en grande. Estaba claro que habían bebido un poco. Pensé que estaban celebrando algo, una despedida de soltera, un cumpleaños o algo así.  Eché de menos a Rafa, yo solo no tenía valor para acercarme a ellas. Con él, la habríamos liado. Que les iba a decir yo, no se me ocurría nada interesante, siempre era Rafa quien hablaba, por él y por mí.
Sólo miraba y me excitaba, acaloradas se quitaban la ropa y mi pantalón vaquero iba a estallar. Cerré los ojos y tomé un trago largo de mi copa. Sentí un aliento tibio en mi cuello susurrándome. Un escalofrío recorrió mi espalda desde la nuca. Cuando me quise recuperar, ya no había nadie y sólo me quedaba un perfume en el ambiente y un papel rojo, con un número de teléfono.
Por supuesto llamé enseguida, sonó un buen rato, creía que no me iban a contestar y mi pequeña aventura se iba a acabar allí. Cuando oí:.-Avenida de la Luz, número 36. Intenté hablar, pero me repetían:.-Avenida de la Luz, número 36, y colgó.
¡No podía ser cierto! no me iban a creer. Me sentía como el protagonista de un spot publicitario, Por fin  me estaba pasando algo que podría contar el lunes.
Cogí un taxi y al rato estaba llamando a la puerta. A partir de ese momento todo es muy confuso. Recuerdo la puerta, el sonido del timbre y a mi cabeza vienen flashes, donde me veo como un loco al que no reconozco, pero…. bendita locura que me ha hecho subir a planetas húmedos con olor a sexo, donde yo era el dominador que poseía labios que gemían, senos que se desbordaban entre mis manos, cuerpos calientes y sudorosos restregándose en un delicioso vaivén, incesante y rotundo. Me sentía liberado, poderoso. En unas horas viví más, que en mis veintitrés años.
Pasé las dos semanas siguientes sin salir de casa, reviviendo todo una y otra vez. Ahora, no estoy seguro de que haya pasado en realidad. Demasiadas copas….yo que sé. Te estoy contando esto, por que sino me voy a volver loco. ¿Tú que piensas?
.- Perdona,  está sonando el teléfono.
¿Diga?
.- ¿quieres volar?

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