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martes, 16 de noviembre de 2010

Casí como la primera vez



Era de noche cuando decidí coger la maleta y meter en ella todo lo que necesitaría. Él no estaba, habia salido un momento a por comida china, era mi oportunidad para salir corriendo, huir para siempre de su lado. La puerta se abrió, me sobresalté cuando lo vi ahí, con el rostro casi descompuesto, dejando la bolsa de la comida en la mesa. Al ver que no se movia y que mi maleta ya estaba hecha, me dispuse a irme cuando me agarró del brazo.

- ¿ adonde vas?- preguntó mirando la maleta sostenida en mi mano.
Tragué saliva, en el fondo no queria irme, pero no debiamos continuar así.
- me voy, creo que es lo mejor.
- ¿ porqué? ¿ es que acaso ya no me quieres?- me miró con dulzura, y yo no sabia que hacer, ¿ deberia irme? ¿ deberia permanecer para siempre a su lado?
_ ¿ Y tu, me sigues queriendo?
_ Marta yo...
_ Ya hace tiempo que lo nuestro no es lo mismo Pablo.
- Déjame demostrartelo.
_ ¿Como? - Y me besó, un beso que hizo que mis movimientos quedasen estáticos, afligidos. Aparté mi boca de la suya, sentí los labios calientes, dolidos.
- Pablo, esto...- no pude decir más porque él volvió a agarrarme de la cabeza y posó su boca con fuerza sobre la mia, dominándome. Lo más extraño es que esta vez no quise desprenderme de él, ni de sus brazos, ni de sus labios. Dejé caer la maleta e hizo un golpe seco cuando se estampó contra el suelo, mi cuerpo se pegó a Pablo, acto después terminamos tumbados en el frío suelo del parquet, con la ropa quitada, con los cuerpos dispuestos. Con delicadeza, acarició cada parte de mi cuerpo, con lentitud, con todo el tiempo del mundo. Yo ignoraba esa faceta suya, hacia tanto tiempo que no haciamos el amor que  parecia la primera vez. Pero súbitamente, nuestro deseo aumentó, lamió de arriba a abajo todo mi cuerpo, prestando mayor atención a mis pezones, trazando espirales sobre cada uno de mis pechos, gemí debajo de él, queriendo más. Jugueteó con su lengua deteniendose un instante en mi ombligo y luego llegó al centro de mi ser, escondiendo la cabeza entre mis muslos, apretando, succionando, haciéndome temblar de placer, dando vueltas con su lengua, hasta  parar, para ofrecernos nuestra primera mirada, y continuó, un recorrido húmedo haciendo piruletas por mi clitoris, su dedo jugando con mi boton del placer, cerré mis piernas en un arrebato. Me las abrió de nuevo y volvió a lamer mi sexo, dispuesto a que yo gritase y me arquease como una loba en cero, después inundó mi boca con sus besos, compartiendo el aliento de su pasión, dejándome sin apenas respirar, siendo esclava de su lengua. Esposó mis manos con las suyas y me puso encima de él, con su duro miembro rozando mi clitoris, se movió de arriba a abajo, frotando, teniéndome paciencia, hasta que me penetró, una oleada de placer me inundó por dentro, un cosquilleo erizó mi piel, la cadena de sus jadeos atándose en mi boca. Una sacudida, otra más, sus ojos en blanco, yo cabalgando encima de él, sintiendome la dueña en aquel momento.
- ¿ Te gusta,eh?- me susurró al oido.
Apenas podia hablar, me limité a morderme los labios, atrapando el olor de nuestros cuerpos, pidiendole con la mirada que no parara. Cuando percibí que su miembro estaba más caliente y que su respiración era más agitada, me aparté de él, y  le ayudé a ponerse en pie sujetándole fuertemente las manos, cogí una silla y lo senté con fuerza, dominandolo, siendo su gata salvaje. Me senté sobre él y comencé lamiendo sus pequeños pezones, y lo masturbé con mi mano, hasta llevarlo al limite más insospechado donde nunca antes me habia atrevido, luego metí su miembro dentro de mi una vez más. Se relamió los labios, el fuego de la chimenea se extinguia, pero nuestro fuego era imposible que se apagara en esos momentos, en la estancia sonaba careless wisper, una balada perfecta que acompasaba nuestros salvajes movimientos. Cuando empezé a sentir el orgasmo acercarse, Pablo apretó mis nalgas y sus embestidas fueron más fuertes, dejando escapar de entre sus labios pequeños jadeos, dándome a entender con mirada lasciva, que también iba a compartir conmigo el momento del climax. Un grito gutural se escapó de mi boca mientras enterraba mis manos en su cabello, acercando su rostro en mi cuello, arqueandome bajo él, Pablo gritó más fuerte y de repente, su eyaculación caliente dentro de mí. Ambos exhaustos, compenetrados, dos masas sudorosas incapaces de despegarse en un solo momento.Un juego de miradas, una pequeña llama encendida en nuestras pupilas, los labios casi borrados, mojados de nuestro pecado, una risotada haciendo de fin cuando la canción hubo terminado.
 
         

                                                                                                                               Arácnida.

1 comentario:

  1. Me parece muy fresco y muy espontáneo. Bien por la gente que escribe lo que piensa.

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